Introducción

Pensar en los años de esta iglesia inevitablemente nos llena de gratitud. Para muchos, Betesda ha
venido a ser muy amada. Aquí encontraron una familia, un hogar, un fundamento, una
oportunidad, una salida, una sanidad, una reconciliación, una restauración, un propósito.

Cuando miramos en perspectiva, de manera panorámica, debemos reconocer que Dios ha estado
con nosotros. Primero, en sus comienzos, en aquellos tiempos cuando los que nos antecedieron
ponían los primeros fundamentos de lo que vino a ser Blanqueado. Segundo, en el presente,
cuando somos nosotros a quienes se nos ha entregado el legado de seguir construyendo una
comunidad que hoy llamamos Betesda. Y tercero, con aquellos que ya están creciendo en medio
nuestro y que serán los encargados de consolidar una iglesia que está en el corazón de Dios.