LazosMatrimonios

Escrito el 31/08/2023
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EL AMOR ES UNA ACCION.

                               Jim Binney

Hay dos principios estratégicos de la conducta humana que han sostenido por mucho tiempo la fascinación de los psicólogos que estudian el comportamiento humano. 
Su interés puede deberse al hecho de que estos principios pueden complementarse tanto como contradecirse. 
El primero, es la creencia de que toda conducta surge de las actitudes, los sentimientos y/o pensamientos. La Biblia respalda esto: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34).
 En otras palabras, el corazón es la fuente de 
las acciones: “Habéis obedecido de corazón” (Romanos 6:17).
 Algunos discutirían que con este punto de vista, todas las acciones se deben a los sentimientos de la persona. Por lo tanto, el camino a la felicidad consistiría en borrar los sentimientos malos, como la culpa; y cultivar en su lugar sentimientos buenos, como el amor. 
Hemos visto esto logrado en América donde la palabra “culpa” ha sido sistemáticamente quitada de nuestro vocabulario de “víctima” y ponen en la puerta de otros la culpabilidad. Además, “el amor” se considera genuino solo cuando lo acompañan profundos sentimientos agradables. 
Al mismo tiempo, los sentimientos llegan a ser la motivación final para las acciones. 
Los directores de los medios saben que la forma de conseguir buenas marcas de los medios de comunicación es por medio de crear sentimientos profundos en su audiencia. El espectáculo, especialmente en la televisión, es orientado a 
los sentimientos. Las emociones fuertes reinan en la popularidad de las telenovelas: el temor, la codicia, la lujuria, la ira, la culpa, la tristeza y el amor están entre las estrellas. Los políticos saben que conmover el corazón produce más votos que informar a los votantes. 
Todo esto es el resultado natural de una obsesión insalubre de interpretar la vida a base de los sentimientos. Cualquier verdad que no esté equilibrada puede llegar a ser una herejía, y creer tal cosa se acerca demasiado a tal delirio. 
La segunda creencia es la favorita de los verdaderos psicólogos de esta escuela. 
Ellos creen que un hombre puede cambiar por medio de cultivar acciones positivas.
 El condicionamiento de Pavlov puede cambiar el comportamiento de un perro. Hay mérito en este argumento porque es verdad que las acciones pueden conmover el corazón, produciendo actitudes y emociones: “Encomienda a Jehová 
tus obras [acciones], y tus pensamientos serán afirmados” (Proverbios 16:3). 
¿Cuál de estas dos filosofías tiene razón?
 Las dos son correctas. 
¿Cuál está equivocada?
 Las dos están equivocadas. ¿Confundido? La confusión existe hasta que llevas estos puntos de vista opuestos a un equilibrio común. Pueden contradecirse o pueden complementarse; la clave es el equilibrio. El equilibrio se produce cuando se le concede igual importancia a cada punto de vista. La mayoría de los esposos y esposas creen que las emociones gobiernan la conducta, en vez de creer que la conducta gobierna las emociones. Esto es evidente por la confianza puesta en los sentimientos cuando se inicia una relación, para mantenerla y aun para terminarla. 
Las decisiones se hacen en base a los sentimientos del momento. Algunos de los que leen esto ya tienen una meta para su matrimonio: restaurar el romance. 
¿Está mal esto? No, a menos que hagan lo yo hice:
 “pedís mal, para gastar en vuestros sentimientos;” perdón, quise decir “deleites”. El problema de hacer la meta de tu matrimonio la satisfacción de los sentimientos, en vez del ministrar a las necesidades de tu cónyuge, es que tendrás que esperar la llegada de los sentimientos para poder actuar. 
En vez de esperar que los sentimientos controlen nuestras expresiones de amor, cada uno debería cultivar su amor por medio de expresiones de amor. 
Cuando yo estaba pastoreando, anhelaba tener más amor por mi gente. Observaba a mi pastor asistente y admiraba su amor por todos los que lo rodeaban. Podía dar un abrazo tan libremente como verbalizar su cariño por los hermanos. Pensé dentro de mí: “Yo debo tratar de hacer eso. Quizá se me pegue un poco de ese amor que él tiene”. Entonces fui a mi líder, lo miré atentamente y le dije, te amo querido hermano!” Restregó incómodo su pie sobre la alfombra buscando un escape rápido; apenas le salió un ligero: “Yo también lo amo, pastor”, y
desapareció. 
No fue tan difícil; así que después de un instante, pensé que debía buscar también un abrazo. Seguí a Frank, le di un abrazo fuerte y le repetí: “Te amo hermano”. Se puso rígido, levantó el mentón y con la cara sonrojada apenas chilló: “Yo también lo amo”, 
antes de salir corriendo. Pero en todo esto noté algo interesante; que cuanto más expresaba yo amor, más amor sentía. Si es verdad que los sentimientos son dividendos que Dios que paga por la inversión de la obediencia, entonces yo estaba disfrutando del fruto de mi inversión. 
Demasiadas personas esperan que los sentimientos motiven la expresión de su amor, y se sienten hipócritas o falsos si no tienen esos sentimientos.
Pero si la expresión del amor es una acción: “de tal manera amó Dios. . .que ha dado,” y si la acción del amor es una obediencia, la ofrenda 
del amor expresado, con el tiempo, será premiada por Dios con verdaderas emociones de amor. 
Si tú sientes amor por tu cónyuge, demuéstralo libremente; pero no esperes a sentir emociones antes de demostrarlo. La persona que hace esto llegará a ser un esclavo de sus sentimientos. 
Tú puedes decidir ministrar a otro en amor con tus acciones a cualquier hora.

Escribenos:    lazosmatrimonios@gmail.com

Jessica y William.